Hugo Gernsback, uno de los promotores y precursores de la ciencia ficción, argumentaba en sus publicaciones de «Amazing Stories» que la ciencia ficción tenía el valor de predecir y educar. Por un lado, Gernsback consideraba que la ciencia ficción imagina nuevas tecnologías, e incluso, él mismo ideó nuevos artilugios futuristas. Por otro lado, Gernsback colocaba en las primeras páginas de su revista «Amazing Stories» varias preguntas que las respondía en las páginas posteriores. Por ejemplo, ¿Cómo es el planeta Venus? Respuesta en la página 29. Así consideraba que contribuía educativamente al lector.
Pero no se puede dejar de mencionar que algunos de los supuestos científicos que se escribieron en las historias de ciencia ficción quedaron desactualizados. En las décadas anteriores, Asimov consideraba que estas desactualizaciones se debían a que los escritores de ciencia ficción quedaba rezagados. Premisa válida en las décadas anteriores. El propio escritor ruso nacionalizado estadounidense lamentó en uno de sus artículos que su obra «Fundación» no mencionaba «quasars», «pulsars» y «agujeros negros». No lo había hecho porque en el tiempo en que escribió las novelas, no se los habían descubierto. Otro caso, Asimov contaba que, en uno de sus relatos escrito en 1940 había inventado un nuevo elemento de la tabla periódica. Según el relato, el elemento 43 era el «Masurio» y se lo descubrió de manera natural. Para escribir el relato, Asimov se había basado en una noticia de 1925. Pero, unos años después, fue desmentido y el elemento 43 fue producido en laboratorio y se lo llamó «Tecnecio». Pero el tema de la desactualización va más allá, el Tecnecio se lo descubrió en 1937. Sucedió que cuando Asimov escribió su relato, nunca tuvo acceso a esa información, y ésta le llegó más tarde. Pero, en los tiempos contemporáneos, esta desactualización del escritor es mínima. La basta información que se puede encontrar en Internet, hace que los escritores de ciencia ficción no queden rezagados, porque en primera instancia deben investigar sobre el tema del relato que quieren escribir y recogen los últimos avances científicos. Adicionalmente, los escritores de ciencia ficción pueden tener los ensayos científicos con sólo suscribirse a publicaciones científicas gratuitas. Por ejemplo, si se investiga en la página web de la NASA, se pueden observar los anillos de Saturno. Esta información está en línea y disponible.
¿Acaso intento demostrar que la ciencia ficción pierde valor educativo por su problema de desactualización? Al contrario, la ciencia ficción tiene un valor educativo sustancial, pero no tiene una confiabilidad de datos, puesto que puede contener datos desactualizados. Consideremos que un profesor hace leer una historia de ciencia ficción a un estudiante. El profesor utiliza una historia que se desenvuelve en Venus y que fue escrita en la década del treinta del siglo XX, donde el escritor describe a Venus como un planeta primitivo, cálido y acuoso, y con un satélite. En términos científicos, la información está «desactualizada». Pero, el profesor podría preguntar al estudiante sobre la realidad científica. ¿Cómo es Venus? ¿Qué composición tiene la atmósfera de Venus? ¿Cómo es la superficie de Venus? ¿Tiene un satélite? El estudiante se motivaría a investigar y en su búsqueda en internet, seguramente, descubría que los recientes estudios plantean que Venus tiene una atmósfera muy densa, compuesta de dióxido de carbono, nitrógeno, vapor de agua y gases nobles. Tiene una temperatura que oscila entre -45 y 499 grados Celsius. En la superficie venusiana haya grandes formaciones geológicas, por ejemplo, tiene una gran meseta llamada Ishtar Terra del tamaño de Australia y contiene una montaña de dos kilómetros más alta que el monte Everest. La superficie de Venus está compuesto -posiblemente- de un material llamado «basalto». Venus tiene un asteroide «casi satélite» llamado 2002VE68, que según algunos científicos podría dejar de ser asteroide para convertirse en satélite en unos 500 años. Toda esta información encontrará el estudiante, a pesar que la historia de ciencia ficción tuvo datos desactualizados. Es decir, el estudiante se motivó y tuvo deseo de conocer e investigar.
Otro caso práctico. En mi novela «Underbreak», la temática científica gira en torno a la creación de una máquina de control cerebral. Elucubra científicamente sobre unas nuevas teorías científicas neuronales. En este caso, el lector podría motivarse a investigar sobre los últimos descubrimientos en la forma de almacenamiento de la información en las neuronas, cómo se almacena la memoria en nuestros cerebros, que significa «el olvido» en las neuronas. Temas que salen de la lectura de mi novela, y que podría motivar a un lector curioso a investigar.
Hace unos años, mi novela de ciencia ficción «Los Improductivos» motivó a un estudiante de colegio para realizar una monografía. La temática de mi novela gira en torno a la genética y al capitalismo extermo. Temas que motivaron al estudiante para realizar planetamientos sobre el capitalismo, la dicotomía cínica de ganador-perdedor y los modos de vida contemporáneos. Es decir, el estudiante se motivó a investigar.
En pocas palabras, la ciencia ficción estimula la curiosidad y el deseo de descubrir. Puede motivar para investigar científicos y sociales. Esto transforma a la ciencia ficción en una útil herramienta educativa.
Foto: BBC.