El poder de la persuasión
Por Cristián Londoño Proaño
En el presente ensayo se analizará la narrativa de ciencia ficción, a partir de la comparación de los textos de Mario Vargas Llosa, Isaac Asimov y mi experiencia como escritor de ciencia ficción. Hay que acotar que Vargas Llosa y Asimov escriben sobre la génesis de la escritura, tomando en cuenta a sus respectivos géneros. En el caso de Vargas Llosa sobre la narrativa de literatura general e Isaac Asimov sobre la literatura de ciencia ficción.
Primero hay que definir la literatura de ciencia ficción. Dicho sea de paso, la definición de este género tiene una multiplicidad de criterios. Pero acordemos la definición de literatura de ciencia ficción como dice Asimov: «La ciencia ficción puede ser definida como aquella rama de la literatura que trata sobre las reacciones de los seres humanos a los cambios en la ciencia y la tecnología».
En el texto I y II de la Introducción de libro “La verdad de las mentiras”, Vargas Llosa cuenta que la ficción no es siervo de la realidad, no así las obras de Historia. Dice que sería perder el tiempo analizar los errores históricos de las guerras napoleónicas en la novela «La Guerra y la Paz» de León Tolstói, porque la verdad de la novela no depende de eso. Depende del poder de persuasión. Vargas Llosa dice: «¿De qué, entonces? De su propia capacidad de persuasión, de la fuerza comunicativa de su fantasía, de la habilidad de su magia. Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente. Porque «decir la verdad» para una novela significa hacer vivir al lector una ilusión y «mentir» ser incapaz de lograr esa superchería».
En otro de sus ensayos, Vargas Llosa alude al poder de persuasión como algo necesario para que el lector se ilusione de la historia que se le cuente. Y también señala que se debe acortar la barrera entre realidad y ficción. Vargas Llosa dice: «El poder de persuasión de una novela persigue (…) acortar la distancia que separa la ficción de la realidad y, borrando esa frontera, hacer vivir al lector aquella mentira como si fuera la más imperecedera verdad, aquella ilusión la más consistente y sólida descripción de lo real»
Vargas Llosa considera que las novelas son una «mentira», pero esconden «verdades literarias». Ahora, en el terreno de ciencia ficción no se puede mentir en ciertos hechos, ya que la ciencia ficción debe tener una base científica. Al contrario de lo escrito por Vargas Llosa, un error de un autor en que plantee un error científico sería algo imperdonable. Asimov señala que: «Puede ser que enseñar ciencia no sea la función primordial de la ciencia ficción, pero enseñar ciencia mal debiera ser para ella la cosa más execrable».
Consideramos que una novela se desarrolle en Titán. El escritor debe saber que Titán es el mayor satélite de Saturno, que principalmente está compuesto de material rocoso y hielo, y tiene una atmósfera densa, compuesta en un 94% de nitrógeno. Estos datos son verdaderos, demostrados por la ciencia. Citemos otro ejemplo, el caso de la gravedad. Todos conocemos que los objetos en la Tierra tienen mayor peso por la fuerza de la gravedad. Pero, si no situamos en un planeta de menor gravedad, los objetos pierden peso y son mas ligeros. Pensemos, una historia que se desarrolle en la Luna. El escritor deberá considerar el peso de los cuerpos en la gravedad lunar. Por eso, Asimov aconseja que: «Para llegar a ser un escritor de ciencia ficción no basta con conocer la lengua, también hay que saber de ciencia. Puede ser que usted no quiera hacer mucho uso de la ciencia en sus historias, pero de todas maneras tendrá que conocerla, para que lo que utilice esté bien utilizado».
En este sentido, la ciencia ficción se vale de la ciencia para realizar, como dice Vargas Llosa, «aquella ilusión la más consistente y sólida descripción de lo real». El mismo Vargas Llosa señala que persuasión puede verse como verosimilitud. Este es el punto álgido de la ciencia ficción. Toda historia de ciencia ficción debe ser verosímil, y precisamente, cuando narramos una historia en un futuro en la Tierra, sabemos que debe cumplir ciertas leyes físicas. Ésta es la cuota de verdad de la ciencia ficción. No es una verdad literaria sino una verdad científica y demostrable. La mecánica newtoniana funciona en la Tierra y eso no lo dudamos.
Por otro lado, hay que considerar que la literatura de ciencia ficción construye sus historias a partir de esta verdad científica y luego plantea la extrapolación de los hechos. La extrapolación constituye la herramienta del escritor de ciencia ficción para suponer lo que ocurría en un futuro. Asimov dice: «A menudo una extrapolación del presente, una extrapolación que es tan clara y obvia como pronosticar algo, es inevitable. Cuando esto ocurre, el escritor de ciencia ficción ha hecho efectivamente una predicción exitosa».
Esta extrapolación, en primera instancia, es una «mentira», como la conceptúa Vargas Llosa, «una verdad literaria». Pero, muchas de las extrapolaciones se cumplen en el futuro. Por ejemplo, un relato de Cleve Cartmill llamado Deadline se escribió sobre el ataque atómico a Hiroshima. O en la novela Starships Troopers publicada en 1959, Robert Heinlein plantea la idea de un brazo mecánico. Es decir, «la mentira» que se urde en la ciencia ficción podría convertirse en una realidad.
A pesar de esta gran cuota de realidad que tiene la literatura de ciencia ficción, no es sierva de la realidad, sino que transciende. Y busca lo mismo que toda literatura. Vargas Llosa lo señala: «Cuando leemos novelas no somos el que somos habitualmente, sino también los seres hechizos entre los cuales el novelista nos traslada. El traslado es una metamorfosis: el reducto asfixiante que es nuestra vida real se abre y salimos a ser otros, a vivir vicariamente experiencias que la ficción vuelve nuestras».
Es decir, la ciencia ficción, al igual que cualquier literatura, busca que el lector se sienta tocado por el mundo que plantea la narración, lo transporte a otro lugar. Muchas veces, a cientos de kilómetros lejos de la Tierra.
La literatura de ciencia ficción tiene un fuerte referente en la realidad. Tiene un contexto científico en su construcción narrativa. Su verosimilitud (poder de persuasión) radica en que los hechos narrados deben respetar las leyes físicas. Eso le provee de una carga «real» que hace que el lector sienta «real» lo que sucede. En la ciencia ficción se parte de hechos reales para elaborar la extrapolación de los hechos, que podrían ser, a futuro, mentira o verdad. Pero como todo literatura busca que el lector se sumerge en su mundo y le haga vivir una «realidad»que la hace parte de su realidad.
Referencias
Asimov, Isaac. (1981). Sobre la ciencia ficción. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Vargas, Mario. (1990). La verdad de las mentiras. Editorial Alfaguara, Bogotá.
Vargas, Mario (1997). Cartas a un joven novelista. Editorial Alfaguara, México.